El papa Francisco presidió este domingo la misa del Domingo de Ramos que inaugura los ritos de la Semana Santa en la Plaza San Pedro del Vaticano, en Roma, capital italiana, un día después de que el pontífice abandonara el hospital Gemelli, donde permaneció ingresado desde el miércoles debido a una bronquitis.
En esta ocasión, el máximo representante de la iglesia católica pronunció su homilía en torno a la frase “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
“Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte”, exhortó ante plaza de San Pedro abarrotada de fieles. Mientras, recordó a un mendigo muerto en la columna vaticana “solo y abandonado” y ha dicho, “representa a Cristo”.
Como él, aseguró, “hoy hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas”.
Asimismo, reflexionó sobre los “Cristos descartados con guante blanco” como “niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, en los geriátricos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor”.
“Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados, también yo necesito que Jesús me acaricie, que esté cerca de mí, y por eso voy a buscarlo en los abandonados y en los solitarios”, afirmó.
Después de presidir la santa misa del Domingo de Ramos, el Papa Francisco recorrió en el papamóvil la Via della Conciliazione, en la zona aledaña a la Plaza de San Pedro, saludando y bendiciendo a los fieles presentes.
Después acudió hasta el frontal de la basílica, para presidir la segunda parte de la misma, en la llamada liturgia eucarística, que fue oficiada por el cardenal argentino, Leonardo Sandri.
Posteriormente, durante el rezo del Ángelus, el papa Francisco saludó a los presentes “especialmente a los que han venido de lejos”. “Hermanos y hermanas, con esta celebración hemos entrado en la Semana Santa”, y “les agradezco la participación y también sus oraciones, que se han intensificado en los últimos días”.
Esta constituye la primera reaparición pública del papa argentino, después de tres días ingresado por una bronquitis a sus 86 años. Según cifras ofrecidas por la Santa Sede, lo acompañaron unos 30.000 fieles