“Cinco películas internacionales para ver en línea ahora” indica el título traducido del reciente artículo de la prestigiosa publicación estadounidense The New York Times, que incluye a “Compañía” del cineasta boliviano Miguel Hilari en su selección.
La nota elaborada por la periodista Devika Girish señala al documental lanzado en 2019 —centrado en miembros de una comunidad indígena boliviana que regresan a su territorio andino para celebrar rituales— como una deslumbrante “odisea visual de tipo trance, movida más por ritmo y sonido que por narrativa”.
“Compañía” se transmite en línea como parte de la serie «ThousandSuns Cinema: Indigenous Edition», alojada en la página del Festival de Cine Media City. Esta reúne más de 60 filmes de artistas indígenas de alrededor del mundo, de entre las que Girish eligió a la propuesta del boliviano-alemán como la más recomendable.
El sitio Mediacityfilmfestival.com también transmite “Cerro Saturno” y “Bocamina”, otras dos obras de Hilari.
«Hilari teje planos evocativos y envueltos en niebla del paisaje y escenas cercanas, táctiles, de las vidas rutinarias y urbanas de la comunidad con fragmentos de entrevistas en las que varios individuos retoman historias de muerte y migración -al punto que ambos estilos de abordaje se vuelven paralelos, salpicados por la pérdida, el luto, la esperanza y más», destaca la nota.
Las otras cuatro cintas destacadas por el artículo son “The sign painter”, un drama histórico del letón Viesturs Kairišs; el documental «About love», de la realizadora india Archana Phadke; “Summer White» (Blanco de verano), del mexicano Rodrigo Ruiz Patterson; y “God’s Crooked lines” (Los renglones torcidos de Dios), del español Oriol Paulo.
TRANCE AUDIOVISUAL “A mí me interesa el movimiento de las personas. El cine, a diferencia de la fotografía, ha podido capturar el movimiento de la gente de un lugar a otro. Algunas personas no son definidamente de un espacio, sino de más de uno”, explicaba Miguel Hilari sobre “Compañía” el año de su estreno.
En esa ocasión, el documental había sido proyectado en el Centro Simón I. Patiño, poco antes de su estreno oficial en la sexta versión del Festival Cine Radical, después de ganar el premio a Mejor mediometraje en el Festival Visions du Réel en Nyon (Suiza).
“La película es un retrato de varios trayectos entre los espacios entre la comunidad y la ciudad. Una analogía con Todos Santos, que es un tiempo de viaje donde las personas del otro mundo vienen de visita”, analizaba Hilari, descartando los juicios morales sobre qué es mejor, el campo o la ciudad. “No me interesa esa faceta de sacar conclusiones”.
“Compañía” se sitúa en la provincia de Muñecas, zona valluna del norte de La Paz, a unas 10 o 12 horas de la ciudad. El filme se rodó con comunarios residentes en la ciudad, con Urbano Mamani, amigo del director, como el personaje principal.
Hilari contó que el proyecto empezó como un registro de la cambraya que se toca en Compañía, música de la festividad de Todos Santos, “que tiene una carga emocional muy fuerte”. Desde ese punto de partida, el cineasta recoge imágenes que atestiguan el constante desplazamiento y movimiento de los que van y vuelven del campo a la ciudad.
El periodista y crítico de cine Santiago Espinoza dedicó una reseña a “Compañía”, publicada en la Ramona Cultural en julio de 2020.
“Montada como una obertura, la secuencia inicial de Compañía pone en escena los principales recursos con los que ha de trabajar todo el metraje: el movimiento y la música. Echando mano de ellos, Hilari compone un filme que explora caminos ya transitados en El corral y el viento: las tensiones que pone en juego la migración entre campo y ciudad, los desgarros afectivos que abren esos viajes de ida y vuelta, y las transformaciones culturales que resultan de la interacción urbano-rural”.
«Como muchos otros filmes de la serie, Compañía es tanto un documental sobre los rituales de una comunidad, como una especie de ritual en sí, un gesto de preservación y memoria de cara al cambio acelerado», sentencia Girish, sobre el “viaje musical de ida y vuelta entre la ciudad y el campo” que Espinoza transitó.
Vía: Opinión