DINA, 54 DÍAS ENTRE DECESOS, «PERDÓN» Y TENSIÓN CON BOLIVIA
Era una de las defensoras más incondicionales -al menos, mediáticamente- de Pedro Castillo. De hecho, cuando el maestro rural sorteó sus inicio al frente del Gobierno peruano en medio de voces detractoras, fue ella quien advirtió a todos que si él era retirado, de inmediato ella seguiría sus pasos y presentaría su renuncia.
De un tiempo a esta parte, las cosas han cambiado de forma radical. Dina Boluarte no es más la mujer que asomó con el destituido Castillo siendo su compañera de fórmula ganadora con Perú Libre. En los archivos queda lo que fervorosamente ha dicho ante una multitud, cuando el 7 de diciembre de 2021 garantizó su lealtad.
«Mi total lealtad con el presidente Pedro Castillo está a prueba de balas. Si al presidente lo vacan, yo me voy con el presidente», había expresado Dina, de 60 años.
Hoy, Boluarte cumple 54 días como presidenta del vecino país, Perú. Casi dos meses en los que la crisis la envuelve, la presiona y la pone en medio de una coyuntura marcada por la polarización social y decenas de muertos. Según los datos gubernamentales, van más de 50. En concordancia con medios informativos, el registro supera las 60 bajas humanas, producto de la represión policial.
DE LA SOMBRA AL PROTAGONISMO La mujer, abogada de profesión, levantó sus manos con las de Castillo tras vencer en las elecciones presidenciales de 2021, después de sumar 8.836.380 votos en el balotaje contra Fuerza Popular, con Keiko Fujimori a la cabeza (logró 8.792.117 sufragios).
Cuando la dupla fue proclamada ganadora, Dina se mostró sonriente, siempre al lado del maestro nacido en Cajamarca. Todo dio un giro abrupto el 7 de diciembre de 2022, luego de que el Congreso aprobara la destitución de Castillo. La representación nacional citó a la entonces vicepresidenta Boluarte para que asumiera la Presidencia.
Luego se dirigió al Palacio Legislativo para su juramento. Fue así como se convirtió en la primera mujer en ocupar la jefatura de Estado de la nación vecina. Horas atrás, se manifestó en contra de la decisión del exmandatario, sobre el cierre congresal, y calificó al suceso como «un golpe de Estado».
Al calor de una crisis que ya se anticipaba en alza, el Congreso destituyó al izquierdista Castillo por «incapacidad moral», luego de que intentara disolver el Parlamento y establecer un estado de excepción. Castillo fue preso. La Justicia dispuso 18 meses de prisión por tratar de disolver el parlamento.
Fue así como Dina pasó al frente. Dejó de ser la compañera de Castillo para tomar protagonismo. Claro que las circunstancias en las que lo ha hecho no son las mejores. Los sectores de izquierda se levantaron contra su mandato exigiendo su renuncia y la realización de elecciones nacionales de forma urgente.
Entienden, sobre todo los seguidores del expresidente destituido, que Dina lo «traicionó», aliándose, supuestamente, con grupos de derecha ligados con el fujimorismo.
Si bien es cierto que Boluarte comenzó su gestión interina de manera mesurada, su discurso ha mudado.
MUERTOS La escalada de violencia en las calles no cesa. El epicentro de las protestas está en Puno, región en la que se concentran las clases campesina y originaria del Perú.
De acuerdo con los datos del Gobierno, habría más de 50 muertos, producto de las manifestaciones. En su más reciente discurso, la mandataria habló de ese número y evitó responsabilizar a las fuerzas policiales y militares por los decesos. Pidió que la Fiscalía investigue porque, en consonancia con lo que dijo, «le duele en el corazón» todos los muertos. Los medios y portales informativos, en cambio, dan cuenta de más de 60 víctimas fatales.
Uno de los hechos luctuosos más dramáticos dentro del mandato de Boluarte se dio el 9 de enero pasado, en Juliaca, sur incaico. En solo un día perdieron la vida 18 personas: 17 civiles y un uniformado. Esto, al calor de los enfrentamientos y la demanda de elecciones prontas, además de la liberación de Castillo.
TENSIÓN CON BOLIVIA El Gobierno de Dina ha posado los focos en Bolivia, en los Ponchos Rojos, el presidente del Estado, Luis Arce, y también en Evo Morales.
Primero, congresistas de esa nación acusaron al sector de Omasuyos de «facilitar municiones» a la zona sur incaica para combatir. Luego fue la propia Boluarte quien, públicamente, denunció a los Ponchos Rojos de insertar balas dum-dum a su territorio para causar zozobra. Dicha acusación ha sido desvirtuada por el grupo indígena, que exigió pruebas. También el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, reprochó enfáticamente las afirmaciones de la peruana. La autoridad del Ejecutivo de Arce entiende que ella pretendería generar una «cortina de humo» para distraer a la comunidad internacional del foco crítico que atraviesa el país limítrofe.
Los discursos del presidente Arce -durante el acto por el Día del Estado Plurinacional de Bolivia y en su intervención en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC- han caído mal en el Gobierno peruano, que consideran que existiría «injerencia» de Bolivia en asuntos internos. De hecho, desde esas latitudes, advirtieron que analizan la posibilidad de concretar acciones.
Evo Morales, por su lado, ha sido declarado persona no grata y se encuentra vetado. En caso de que quiera ingresar a Perú, Migraciones podría impedir su paso. Esto, tras las declaraciones críticas que ha vertido el líder del partido azul.
ELECCIONES Mientras la crisis va en ascenso, Dina clama por elecciones. El viernes, instó este al Congreso a que apruebe el adelantamiento de las elecciones para este año. Esto, pese a los comicios generales fijados para abril del 2024. Ponerle fin a la crisis es su objetivo.
«Si Fuerza Popular y Alianza para el Progreso están pidiendo lo que ellos ya habían presentado (adelantar los comicios), que se retome en ese sentido esa propuesta que no tiene ningún condicionamiento y nos va a sacar del atolladero en el que estamos», dijo Boluarte.
Vía: Opinión